Lucha de géneros

Érase una vez, una lucha de géneros, que durante mucho tiempo fue a favor de un bando, el masculino lo apodaban, donde uno decía que trabajaba, el otro debía de permanecer en casa sin posibilidad de realizar algo que no fuera servir al otro. Este último era, sin duda, como aquel juego olvidado en el fondo del recuerdo, al que solo reclamaban su presencia a la hora de comer. Si bien es cierto que durante eternidades fue así, en este nuevo siglo que nos concierne, esta lucha ha cambiado, porque las luchas cambian, damas y caballeros. Y ahora el otro género, el oprimido liberado, es cada vez más parecido al primero, en lo bueno... Y en lo malo.

Sorpresa esperada fue la mía que en esta semana donde quise conocer una nueva cultura, la irlandesa en este caso, pasó algo que, de una u otra forma, fue bizarro cuando menos. Mientras que el oprimido liberado solo habló de la opresión ejercida por el primero a lo largo de los siglos en esa cultura, el primer bando por su parte habló de los propios aspectos de la cultura. Jamás pensé que un monotema iba a dar para tanto, llegándolo a mezclar con todo: películas de animación para niños, folclor... humor. Tan repugnante parecía el recurso del endiosado machismo para absolutamente cualquier tema, que algunas autoproclamadas expertas en la cultura irlandesa se olvidaron de hablar de la propia cultura. Jamás pensé que un día, esa lucha de géneros que en un principio serviría para liberar al género oprimido, llegaría a ridiculizar al otro, porque sí, hasta en el aspecto humorístico trataron de hacer ver a los asistentes que el del oprimido era superior al del malvado opresor. Tal fue el punto de ridiculez que se estaba llegando en tales charlas, que incluso al final de una, el ser supremo del bando oprimido proclamó que solo se iban a hacer una foto las "expertas y asistentas" de tal charla, dejando de lado al otro bando, que quedaría excluído por no ser el oprimido. Se llegó a tal extremo, que incluso los expertos masculinos llegaron a ser cuestionados al final de cada una de sus charlas, con la intención de ridiculizar su investigación, pues no habían buscado sobre la opresión de género en sus temas. Los expertos, que obviamente poseían la sabiduría necesaria en sus temas, no dudaron en lanzar zascas a diestro y siniestro a todas aquellas personas que trataban de ridiculizar sus investigaciones y que éstas pasaran a un segundo plano. 


Una pena, sin duda, que esta lucha de géneros constante a lo largo de las charlas, tratara de enturbiar la propia cultura de este humilde país, que a ojos de mi propio ser, maravilló y cautivó hasta el último instante. Un saludo y buenas noches, camaradas.

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